viernes, 25 de septiembre de 2009

Acteón o el cazador cazado





El mito


Al finalizar una jornada de caza, Acteón, nieto de Cadmo y aventajado discípulo del centauro Quirón, ordena a su séquito detener las actividades y descansar. Se encuentran en el valle de Gargafia, tierra consagrada a Diana, diosa de la caza y protectora de la naturaleza.

Con pasos inciertos, Acteón vaga por aquel bosque desconocido topándose para su mala fortuna con la fuente donde Diana junto a su cortejo de ninfas bañan sus virginales cuerpos con cristalinas aguas. Y tan pronto como Acteón delata su presencia, las ninfas estallan en alaridos y con premura abrigan la desnudez de la diosa.

La vergüenza cubre el rostro de la diosa al saber que fue observada sin ropas y ya la furia se apodera de ella. Diana protege implacablemente su castidad así como la de sus compañeras, y ante la afrenta de la indiscreta mirada, Acteón es castigado. En el rostro del cazador brota la cornamenta, se le extiende el cuello al igual que las orejas, pies y manos mutan en largas patas y su cuerpo se envuelve de piel animal. La turbación y el miedo se apoderan de él, al verse primero transformado y luego perseguido por una jauría, sus propios perros de caza.

Acteón huye por los mismos parajes por los que él acostumbraba deambular como cazador, mas los perros lo acorralan y al no reconocerlo con este cambiado aspecto lo atacan, despedazándolo con feroces mordidas.

Desciende Juno, reina de los dioses, y anuncia al séquito de cazadores que en vano llaman a su héroe para celebrar la bravura de los sabuesos. Acteón no puede oírles, ya que con aspecto de ciervo, yace desgarrado delante de sus pies. Y explica que la desgracia es obra suya: “si mis golpes no llegan al corazón de la amante de Júpiter, mi pérfido esposo, ataco a su sangre, pues Europa, la encantadora que toma mi lugar en el cielo junto a él, es hermana de Cadmo”.

Y hasta que no se apagó la vida de Acteón por aquellas feroces heridas, no se agotó la vergüenza de la casta hermana gemela de Apolo y la ira de la despiadada y celosa Juno.


La obra

Una Ouverture y seis breves escenas dan forma a esta opéra de chasse compuesta por Marc-Antoine Charpentier en 1684, según se deduce de las fuentes biográficas. Con un libreto de autor desconocido y representada privadamente para el entretenimiento de la princesa de Guise, esta breve ópera se escribió para un conjunto instrumental y vocal de reducidas dimensiones.

Les Arts Florissants, bajo la batuta de William Christie, registró hace ya casi treinta años para Harmonia Mundi la hasta ahora única versión en estudio disponible. Y el sello francés, en sus novedades del pasado mes de agosto, anunció la reedición de la placa en la serie “musique d’abord”. Un disco que no hay que dejar pasar.



Marc-Antoine Charpentier (c. 1645/50 - 1704)
Actéon

Les Arts Florissants
William Christie

Harmonia Mundi, 1982 [46’45’’]




Marc-Antoine Charpentier - Actéon, H.481
Ouverture




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